*Pug*Carlino*Mops*Carlin*Mopshond* 
*El Carlino en España y Portugal*
CARLINO
La teoría portuguesa de cómo el Carlino llegó al Occidente es muy factible.
Se dice que los comerciantes portugueses trajeron Carlinos desde China a través del Cabo de Buena Esperanza y se los vendieron a los holandeses.
Prueba de esto sería el hecho de que los comerciantes portugueses fueron unos de los primeros en abrir el comercio con China .
Según registros de la época, las relaciones comerciales con Portugal comenzaron en 1516, con España comenzaron en 1575, y con Holanda comenzaron en 1604.
No cabe duda de que los navegantes de Portugal y España enseguida tomaron cuenta de que en las adineradas damas de sus respectivos países tendrían un muy buen mercado para introducir esta nueva raza de pequeños perros.
Infanta Isabel Clara Eugenia de España, Peter P. Rubens,1609
En ese mismo periodo, según cuenta la leyenda, la Infanta Isabel Clara Eugenia de España, (1566- 1633), hija de Felipe II de España, prometió no cambiarse de ropa interior hasta que la ciudad de Ostende hubiera sido conquistada.
La larga duración del asedio, tres años, dio lugar a que el color de su ropa se tornara, lógicamente, de blanco a obscuro; desde entonces, en Francia comenzaron a utilizar el término "Isabelo" o "Isabelino" refiriéndose al color del pelaje del Carlino.
También se volvieron populares los nombres "Belle" o "Bella" para los Carlinos hembras, así como "Pompey" o "Pompeyo" para los Carlinos machos.
Detalle del cuadro
Muchos artistas incluyeron al encantador Carlino en sus obras, y gracias a estas pinturas tenemos una buena indicación de la gran calidad de la raza en España en esta época.
"Marquesa María Ana de
Pontejos y Sandoval",
Francisco de Goya, 1785.
La magnífica pintura realizada por el artista español Francisco de Goya y Lucientes (1746-1828) ubica al Carlino en España en 1785.
La pintura de la Marquesa María Ana de Pontejos y Sandoval, cuyo esposo en ese tiempo era Embajador de España en Portugal, muestra un adorable ejemplo de Carlino, con las orejas cortadas, como era la costumbre en esa época, y luciendo su collar con lazos y cascabeles.
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